El nombre propio de la felicidad

Título: El nombre propio de la felicidad

Autora: María Jeunet

Páginas: 320

Editorial: Planeta

Sinopsis:

Mientras Nico, antaño un joven escritor de éxito, trata de arreglar la vida de los que le rodean, la suya va cayendo en un pozo del que cada día le resulta más difícil salir: hace años que no escribe, acaba de mudarse a una polvorienta buhardilla parisina y para conseguir un dinero extra trabaja en el metro de París.

Sus inesperados nuevos amigos y el dibujo abandonado por una chica misteriosa en los túneles del metro serán los detonantes para que Nico decida, por fin, dejar de preocuparse por el bienestar de los demás y acometa la tarea de su vida: alcanzar su propia felicidad.

Opinión:

Estoy muy poco inspirada y he tenido que retrasar esta reseña porque no sabía bien qué decir del libro pero empecemos.

El libro en general me ha gustado, en él conocemos a Nico, un personaje que antepone la felicidad de los que le rodean a la suya, justificando que sólo así él puede ser feliz. El caso es que no he acabado de cuadrar yo con este personaje, no le veo nada malo en que sea tan caritativo como para permitirse ser infeliz por la felicidad de otros. Puede que este personaje no me termine de encajar porque nunca he conocido a nadie así. Sin duda me ha gustado que conociese por fin a la chica del abrigo amarillo pero es que tampoco me cuadró eso de que la chica fuera tan abierta a una persona que la espía, vaya. No sé tú, personita que lee esto, pero yo me asustaría un poquito.

En cuando a Judith, me ha gustado, me ha parecido muy sincera aunque ocultara alguna cosilla pero, oye, ella intentaba hacer lo mejor. 

Ah, y los personajes secundarios y sus historias geniales. De Carol a Karim pasando por el personaje de la chica que padecía cáncer, todos estupendos. 

Especulaciones que hice: Yo pensaba que al final la historia daba un giro, pasaba X cosa y Carol y Nico volvían a besarse, a intentar lo que no fue cuando eran adolescentes y... bueno, ahí ya mi mente no dio para más y seguí leyendo.

En fin, creo que me hacía falta una historia suave con final feliz para darme cuenta de que todos terminaremos por ponerle nombre a la felicidad, un nombre propio quizás. 

Nota: